Guadalupe Sabio destaca el papel de la grasa en el organismo y la importancia de prevenir la obesidad en su ingreso a la Academia de Ciencias Veterinarias

“Hoy, más que nunca, es crucial reconocer la obesidad como una enfermedad crónica que debe abordarse con el mismo rigor que otras patologías. Mi objetivo sigue siendo aportar conocimiento que permita desarrollar nuevas estrategias terapéuticas y contribuir a cambiar la percepción de la obesidad en la sociedad y en el ámbito clínico”, declaró Guadalupe Sabio, jefa del Grupo de Interacción entre órganos en las enfermedades metabólicas del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) durante su reciente toma de posesión como Académica de Número de la Real Academia de Ciencias Veterinarias de España.

Bajo el título Lo que la grasa esconde, la función endocrina del tejido adiposo, el discurso de Sabio repasó su empeño en comprender la función de la grasa corporal –o tejido adiposo–, su influencia en la salud y su potencial como base para nuevas estrategias terapéuticas.

La grasa corporal y sus funciones

Sabio señaló que el tejido adiposo es un órgano funcional –no pasivo– que, más allá de almacenar energía, regula el metabolismo, el apetito y la temperatura corporal. En la obesidad ese tejido presenta disfunciones que alteran profundamente el funcionamiento de múltiples órganos y sistemas, y que está en el origen de enfermedades como la diabetes tipo 2, el hígado graso, patologías cardiovasculares y cáncer.

La obesidad, “más que un problema de cantidad, lo es también de la calidad de nuestro tejido adiposo”, dijo. Además, “hoy sabemos que [la obesidad] genera cambios epigenéticos que dificultan la pérdida de peso”.

Relación entre obesidad y cáncer

La investigación de Sabio ha evolucionado desde la biología molecular hasta la fisiología. Trabajando con diversos grupos “hemos podido demostrar que la obesidad afecta no solo al tejido adiposo, sino a órganos clave como el hígado, el músculo y el sistema cardiovascular, estableciendo un nuevo marco para comprender su impacto en el organismo”, manifestó.

También aclaró que la disfunción del tejido adiposo en la obesidad favorece el cáncer: la inflamación crónica promueve la proliferación celular y la formación de vasos sanguíneos que alimentan el tumor, así como la metástasis, la alteración de las señales hormonales y el daño en el ADN. Además, deteriora la vigilancia que ejerce el sistema inmunitario.

Sabio aportó cifras: el riesgo de morir por cáncer aumenta 1.5 veces en hombres y 1.6 en mujeres con obesidad. El cáncer endometrial es hasta 7 veces más frecuente en personas con obesidad grave, mientras el riesgo de cáncer de hígado, riñón, páncreas y colorrectal se duplica. El cáncer de mama posmenopáusico aumenta con el sobrepeso.

Por ello es clave prevenir la obesidad para reducir la incidencia de cáncer. Es necesario comprender los mecanismos que subyacen a la relación entre obesidad y cáncer “para avanzar en nuevas estrategias de prevención y tratamiento”, indicó.

Ritmos circadianos, obesidad y nuevos tratamientos

En los últimos años Sabio estudia la interacción entre los ritmos circadianos y la obesidad, y sus hallazgos han abierto líneas de investigación que relacionan cronobiología y salud metabólica. En concreto, ha desvelado cómo la alteración de los ciclos biológicos en personas con obesidad puede predisponer a enfermedades graves, como el colangiocarcinoma.

En cuanto a la aplicación terapéutica de sus estudios, la investigadora afirmó que “la modulación del metabolismo del tejido adiposo y otros órganos presenta oportunidades para desarrollar tratamientos más efectivos e innovadores para enfermedades relacionadas con la obesidad, como la insuficiencia cardíaca y el cáncer.

Desde la izquierda: los académicos Juan Carlos Illera, Salvio Jiménez, Guadalupe Sabio, Miguel Ángel Aparicio, Carmen Cuéllar yCinta Mañé. / RACVE
Desde la izquierda: los académicos y académicas Juan Carlos Illera, Salvio Jiménez, Guadalupe Sabio, Miguel Ángel Aparicio, Carmen Cuéllar y Cinta Mañé. / RACVE.

Colaboración internacional y en equipo

La carrera de Sabio comenzó en la Facultad de Veterinaria de Cáceres. Desde ahí se trasladó a la Universidad de Dundee, en Escocia (Reino Unido), y posteriormente al laboratorio de Roger Davis en la Facultad Chan de Medicina de la Universidad de Massachusetts (EE. UU.). Regresó a España para dirigir su primer grupo de investigación en el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC). Desde enero de 2024 encabeza en el CNIO un grupo dedicado a comprender por qué la obesidad aumenta el riesgo de cáncer.

Concibe la ciencia como “un esfuerzo colectivo, una red de conocimiento que avanza gracias a la colaboración y la pasión por descubrir”. Más allá del laboratorio, su compromiso abarca “la formación de nuevas generaciones de investigadores, transmitiendo la pasión por la investigación y la importancia de la curiosidad científica. Es fundamental fomentar un entorno en el que jóvenes investigadores puedan desarrollarse y aportar nuevas ideas que sigan impulsando el conocimiento”.

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