La inmunoterapia se ha convertido en la estrategia más prometedora para tratar el cáncer, pero su efectividad es aún muy desigual. En el mes del cáncer de mama, el tumor más frecuente en mujeres –cada año se diagnostican en todo el mundo casi 2,5 millones de casos–, tres investigadoras exponen en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) los principales avances y retos en la aplicación de la inmunoterapia a este tumor.
Karin de Visser (Netherlands Cancer Institute, Amsterdam), Dr. Sandra Demaria (Weill Cornell Medicine, EE. UU.) y María Casanova-Acebes (CNIO) participan en el congreso sobre inmunoterapia del cáncer que se celebra esta semana en el CNIO, con la ayuda de la Fundación ‘la Caixa’.
De Visser investiga la relación entre el sistema inmunitario y el cáncer de mama metastásico, y está diseñando nuevas estrategias inmunomoduladoras para combatir este tipo de tumor. Demaria ha demostrado que la radioterapia, además de matar las células tumorales, puede reclutar al sistema inmunitario para combatir el cáncer. Casanova-Acebes es jefa del Grupo de Inmunidad del Cáncer del CNIO; estudia la influencia de los biorritmos sobre el sistema inmunitario y su relación con el cáncer.
¿Es efectiva hoy la inmunoterapia en cáncer de mama?
De Visser: Depende del tipo de cáncer de mama, y de cómo esté de avanzado. Por ejemplo, en el cáncer de mama triple negativo a inmunoterapia funciona en entre el 20% y el 30% de los pacientes.
¿Se sabe por qué funciona en unas pacientes sí y en otras no?
De Visser: No lo sabemos, y descubrirlo es la clave para avanzar. Hasta ahora tratamos a los pacientes de manera homogénea, y tenemos que pasar a una inmunoterapia más personalizada. Hay mucha investigación para entender qué hay de especial en los pacientes que responden, y cómo aprender de este conocimiento para aplicarlo a quienes no responden.
Casanova-Acebes: Sabemos que hay factores que contribuyen. Por ejemplo, el triple negativo es más frecuente en personas obesas, y sin embargo en este cáncer la inmunoterapia funciona mejor en pacientes con más peso corporal, y esto es algo que no vemos en otros tumores. Esto nos dice que entender cómo influyen factores como la dieta, y y otros factores de riesgo como la disrupción de los ritmos de sueño y vigilia, es importante. Puede que en estos factores esté parte de la explicación a las diferentes respuestas.
¿Es nuevo este énfasis en factores como la dieta y los biorritmos?
Casanova-Acebes: Solo ahora estamos empezando a prestar atención al hecho de que la inmunoterapia tiene un efecto sistémico, afecta a todo el organismo y que otros factores que confieren riesgo (como determinadas dietas o alteraciones en los biorritmos) pueden limitar su eficacia.
¿Qué sabemos sobre la mejor dieta para prevenir cáncer de mama?
Demaria: Estamos viendo que la dieta y el microbioma son importantes. Podemos decir, por ahora, que la mejor dieta es la rica en fibra. Esto es así porque la flora intestinal, el microbioma en nuestro intestino, está en comunicación constante con el resto del cuerpo, y el sistema inmunitario funciona mejor si tenemos las bacterias adecuadas. Y a estas bacterias les gusta la fibra.
¿Cómo ayuda un mayor conocimiento a que la inmunoterapia llegue a más pacientes?
De Visser: Por ejemplo, hasta ahora la inmunoterapia actúa activando un solo tipo de células, los linfocitos T. Pero el sistema inmunitario es mucho más rico, y de hecho en el cáncer de mama no hay implicados tantos linfocitos T, pero sí otras células del sistema inmunitario, como las células mieloides. Tenemos que entender la relación entre todas estas células, y cómo actuar sobre ellas para tener una respuesta contra el tumor.
Demaria: Queda mucho por hacer, pero estamos aprendiendo mucho sobre cómo usar la inmunoterapia. Por ejemplo, los inhibidores de puntos de control que están ahora aprobados suprimen algunos de los frenos del sistema inmunitario [y al suprimirlos fortalecen el ataque del organismo al tumor], pero hay muchos más puntos sobre los que actuar, como las células mieloides que son muy diversas y abundantes en metástasis.
¿Qué pasará en los próximos diez años en esta área?
De Visser: Creo que, como ya ocurre con melanoma, en cáncer de mama la inmunoterapia se administrará antes, no solo después de otras alternativas. También veremos mejores respuestas y tendremos otros tipos de inmunoterapia en cáncer de mama, no solo la basada en los inhibidores de puntos de control, como ahora. Y serán más personalizadas: podremos predecir la estrategia más eficaz para cada paciente. Es en lo que estamos avanzando en la investigación.
Demaria: Nos moveremos hacia terapias más precisas, guiadas por biomarcadores específicos. Ahora ocurre que hay pacientes que realmente se benefician de una terapia que está siendo ensayada, pero el ensayo se considera fallido porque hay pocas respuestas favorables. Por eso la clave está en entender qué hace que la respuesta de cada paciente sea como es.
Casanova-Acebes: También será importante saber cómo reducir los efectos secundarios, que también existen en inmunoterapia.
Parecería que, una vez obtenidos los primeros éxitos en inmunoterapia, ahora hay que recabar más conocimiento antes de que los avances lleguen a más pacientes.
De Visser: Los resultados que ha traído la inmunoterapia a la clínica son muy prometedores. En melanoma y en algunos tipos de cáncer de mama la inmunoterapia funciona bien en determinados pacientes, pero ahora quedan por investigar muchas alternativas para que funcione para muchos más pacientes. No hay que olvidar que los éxitos actuales llegan después de siglos de investigación básica, para entender el funcionamiento del sistema inmunitario. Lo que se consigue ahora es espectacular, estamos curando pacientes que hace una década no tenían alternativa, y ahora nuestra tarea es hacer que funcione para más pacientes.
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